Parece inevitable en estas fechas mirar atrás y no hacer balance de otro año vivido. Un ejercicio con el que intento aprender de lo bueno y de lo malo, agradecer aquellas bonitas vivencias que no quisiera olvidar y dejar atrás todo lo que no suma. Me quedo con lo mejor: por supuesto el nacimiento de mi segunda hija y el lanzamiento de mi primer libro. Y para el futuro me quedo con seguir disfrutando de una caricia, un beso sincero, unas risas… aquellas pequeñas cosas que colman la vida de sentido.
Pero es cierto que el mundo está siendo sacudido por muchísimas desgracias, terror y penurias ajenas que solemos sentir muy lejanos. Problemas de no fácil solución. Pero con lo que sí contamos es con la opción y el poder de cambiar empezando por nosotros mismos y nuestro alrededor. Ayudarnos los unos a los otros, aprender a respetarnos, dirigir nuestra energía hacia lo positivo y recuperar lo esencial: la empatía, el respeto, el cariño… todo aquello que nos hace más humanos.
Está en nuestra mano seguir trabajando para, poco a poco, conseguir eso que ahora nos suena casi utópico: un mundo mejor, el mundo que nos merecemos.
Deseo que la ilusión, los sueños y el respeto den vida a un nuevo año.
Feliz 2017,
V