Quizá porque conforme pasan los años le tengo más respeto a mi cuerpo y a la naturaleza, cada vez me acompaña una mayor conciencia sobre mis actos y cómo afectan a todo lo que me rodea. El planeta nos proporciona todo lo que necesitamos y merece nuestro respeto y cuidado. Nosotros somos parte de la naturaleza, somos un todo y así deberíamos sentirlo, ¿no crees?
No recuerdo haber crecido con tanta información como la que hoy nos rodea sobre sostenibilidad, ecología, medio ambiente… y quizá si hubiera sido así haría mucho más tiempo que desde mi hogar hubiéramos incorporado hábitos hacia esta labor, la de cuidar del medio ambiente empezando por nuestro entorno más cercano. Nunca es tarde, ni para adoptar nuevas rutinas en casa ni para predicar con el ejemplo hacia mis hijas para crezcan cuidando y respetando nuestro planeta, nuestra naturaleza.
No quiero ser hipócrita. Soy consciente de que todavía hay muchas cosas que hago que no son lo más óptimo para este propósito. Todavía utilizo coche de gasolina, no tengo una casa sostenible, probablemente tomo demasiada proteína animal y no suficiente producto de cercanía, y no todos lo productos que están en mi hogar cuidan del planeta, pero no por eso dejo de intentar cambiar de a poquito todo lo que esté en mi mano. Y por eso casi toda mi alimentación se basa en productos orgánicos, me gustaría cambiar mi coche de gasolina por uno eléctrico, no dejamos residuos cuando estamos en el mar, playa o montaña e intento implantar en mi hogar hábitos que cuidan del medio ambiente educando a mis hijas para que sientan esta conciencia desde bien pequeñas. Porque todo empieza desde uno hacia fuera y porque los grandes cambios empiezan por cosas pequeñas, más aún cuando quieres involucrar a niños pequeños.
Comparto contigo algunas de las costumbres que hemos adoptado en casa y a las que mis pequeñas también se suman.
– Reciclar los residuos. En casa separamos orgánico, envases, vidrio y papel, y mi hija mayor Manuela comienza ya a identificar por sí sola algunos envases y por supuesto el orgánico. Incluso cuando tiramos algo en la basura de la calle, me pregunta: “¿Mami, esto va aquí?”.
– Reducir el consumo de agua. Siempre digo a mis dos hijas que el agua es un bien muy preciado e incluso ellas ya repiten la frase. Por eso, en casa siempre cerramos el grifo mientras nos cepillamos los dientes y nos enjabonamos el pelo, además de que baño a mis dos hijas juntas utilizando el mínimo agua posible. Otra alternativa que hace poco que hemos implantado en casa para reducir el consumo de agua embotellada, es instalar un sistema de ionización del agua. También existe la opción de sistema de osmosis que filtra el agua del grifo.
– Utilizar bolsas de tela para ir a comprar. Seguro que tú también tienes en casa alguna bolsa de tela, cesto o bolsa reciclable que puedas llevar contigo a la compra y así evitar el uso innecesario de bolsas de plástico. Me gusta ir a comprar alimentos con mis hijas y por eso muchas veces no necesito ni siquiera llevar mi bolsa de tela, ya que utilizo el cesto del carrito de mis hijas como sustituto o mi propio bolso para compras pequeñas, como en la farmacia.
– Recoger agua de lluvia para regar las plantas. Si tienes un pequeño jardín o balcón y puedes permitirte tener un pequeño barreño para recoger agua de lluvia, no solo gastarás menos agua sino que además estarás cuidando de tus plantas de la mejor forma, como lo hace la naturaleza por sí misma: con agua libre de cloros.
Como habrás visto, son pequeñas acciones muy sencillas de introducir como hábitos en el hogar. Te invito a hacer todo lo que esté en tu mano por dejar un planeta mejor a las siguientes generaciones y alejémonos de ese inmovilismo que se limita a tirar la pelota al tejado de enfrente (“¿Para qué reciclar, si al final todo va al mismo sitio, si mi vecino tampoco lo hace, si son las empresas las que hacen más daño?”…).
Nunca es tarde para adoptar una actitud activista, aunque no sea perfecta. ¿Qué o quién lo es? #lomejoresenemigodelobueno
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