Aunque no me acaban de convencer las fechas impuestas por la sociedad, el Día del Padre ha sido una buena excusa para disfrutar de mi Barcelona y regalarle a mi pareja una noche como «solteros» después de haber pasado el día con nuestra hija Manuela.
Fue un plan de noche entre el Gótico y el Raval, empezando en la barra del Dos Palillos picoteando de forma suculenta y, cómo no, disfrutando de las cañas deliciosas que sirven en vasos japoneses de cerámica. El sabor y la temperatura de la cerveza hacen que sea imposible no repetir. Cuenta con una estrella Michelin, pero sigue teniendo ese caliu… ese sabor auténtico del Raval barcelonés que es maravilloso. Su chef Albert Raurich respira un punto gamberro que percibo en su espacio y en lo que hace. Es lo que me atrae de su trabajo. Empezamos con la versión del chef de sunomono, que son crustáceos y algas maceradas, ¡exquisito!
Me encanta la mezcla de la sofisticación de los platos con el punto macarra de la decoración. ¡Esos peces son de mentira!
Gyozas de langostino y cangrejo.
El postre de coco con un bizcocho esponjosísimo y una hoja tailandesa con sabor ácido delicioso.
Volvimos caminando por las estrechas calles del Gótico hacia el Hotel Neri. Lo elegí porque está en mi plaza favorita de la ciudad, Sant Felip Neri. La noche acabó entre risas y cañas (mejor no mezclar!!), no muy tarde ya que era jueves, quedándonos solos en el bar del hotel.
Direcciones
Dos Palillos: Carrer d’Elisabets, 9, 08001 Barcelona
Hotel Neri: Carrer de Sant Sever, 5, 08002 Barcelona