Me siento muy halagada por vuestras felicitaciones por mi segundo embarazo. Por eso me hace ilusión compartir con vosotras algunos de mis cuidados para mantener un buen estado durante estos nueve meses y recuperarme bien después del parto.
Alimentación
Como seguro ya sabéis, soy partidaria de cuidarme mucho por dentro y, por eso, además de seguir una buena alimentación, pongo mucho más hincapié en la toma de suplementos alimenticios que me ayudan a evitar alguna carencia.
No me atrevería a contaros algo tan personal como esto si no fuera porque muchas de vosotras me lo habéis pedido y me parece un tema muy interesante para compartir y poder aprender un poco más sobre cómo nos afectan los oligoelementos y vitaminas. No me gustaría dejar de deciros que la decisión de tomar estos suplementos está bajo la supervisión de mis médicos de confianza después de haberme realizado unos análisis muy completos.
Os explico sobre algunos de los que tomo o he tomado:
– Zinc. Es necesario para el equilibrio hormonal y para promover el buen crecimiento del bebé durante la gestación. Además ayuda a mantener un nivel de energía continuo, tan importante ahora que el cansancio se apodera de mí mucho antes de lo habitual.
– Hierro. Es quizá el aporte más importante durante el embarazo. Es fundamental en la fabricación de hemoglobina, la proteína encargada de llevar oxígeno a las células, y para evitar anemias. Cuando una mujer queda embarazada, la cantidad de sangre que circula por el cuerpo aumenta y por eso necesita fabricar mucha más hemoglobina. Noto cómo mi cuerpo me lo demanda apeteciéndome tomar mucha más carne roja de lo que acostumbro en un estado normal, algo que también me ha sucedido siempre una semana antes de tener el periodo. La vitamina C ayuda a la absorción del hierro, por lo que procuro combinar alimentos que contengan ambos, y evito beber té justo después de las comidas ya que inhibe la absorción del hierro. En general, la carne, el pescado, el hígado de pollo y de conejo son muy ricos en hierro de fácil absorción. También encontramos hierro en alimentos vegetales como lentejas, almendras, avellanas, avena, acelgas, espinacas y perejil.
– Calcio + Magnesio. El desarrollo de los huesos y dientes y la buena salud del corazón, nervios y músculos del bebé dependen en gran parte del calcio. Es muy importante estar muy cubierta en este aspecto ya que el bebé cogerá de los huesos de la mamá lo que necesite si no recibe la cantidad suficiente a través de la alimentación de la madre. El magnesio no sólo favorece la asimilación del calcio, sino que es imprescindible para la generación de los tejidos del bebé, y en la mamá aporta acción antiinflamatoria y relajante muscular.
– Probióticos. Son el gran aliado de la flora intestinal para proteger nuestro sistema inmunitario. Como os conté en el post Desayuno 03. Probióticos, mi ginecóloga me recomendó estar bien cubierta en este aspecto ya que ayudan a aumentar la inmunidad contra infecciones como la cistitis a la que tan expuestas estamos las embarazadas, ayudan a regular los niveles de colesterol, a digerir mejor la lactosa y a tener mejores digestiones.
– Ácidos grasos Omega. Los ácidos grasos esenciales son muy necesarios para la madre y el bebé especialmente en el tercer trimestre del embarazo, cuando se desarrolla el tejido nervioso y las neuronas del bebé. En mi caso el Omega 3 es el tipo del que necesitaba aumentar la ingesta y lo encuentro no sólo en forma de suplemento si no también en pescados azules, nueces, almendras…
– Ácido fólico. Preparé mi cuerpo para el embarazo unos meses antes tomando ácido fólico y continué durante los primeros meses. Además de propiciar la fecundación, reduce el riesgo de que aparezcan defectos en la formación del cerebro y la médula espinal.
Además de tomar estos suplementos, mantengo la variedad en mi alimentación para garantizar que también los ingiero a través de las comidas.
El no ser inmune a la toxoplasmosis hace que tenga mucha precaución con respecto a comer carnes y pescados crudos. También opto por pelar las frutas y lavar bien las verduras crudas que tomo.
Los embarazos no me causan ansiedad con respecto a la comida, como he oído en tantos casos. Prefiero hacer más comidas al día en cantidades más pequeñas para saciar el hambre y asegurar buenas digestiones. Por ejemplo, en mi bolso siempre hay una bolsita de frutos secos y alguna pieza de fruta. Evito calorías vacías todo lo que puedo, pero os tengo que confesar que, alegremente, me estoy tomando una tarta de higos ecológica mientras escribo este post. Y no es de los únicos momentos en los que me permito comer tan sólo para dar placer a mis sentidos, sin remordimientos… Sigo disfrutando en su versión «sin alcohol» de una de las bebidas que más me gustan: la cerveza. ¡Es una de mis perdiciones!
Yoga
Belleza
Sé que puede sonar a tópico por mi profesión, pero no soy de seguir grandes rituales de belleza. La única rutina imperdonable durante el embarazo es la hidratación de barriga, pechos y caderas una o dos veces al día, sobre todo la de la noche con aceite de Rosa Mosqueta que además, como ya os comenté en otro post, lo utilizo como alternativa a contorno de ojos.
Echo en falta las generosas manos de una masajista de confianza que me ayudó con los linfáticos en mi primer embarazo. Noto que mi cuerpo lo está acusando ya que tener a mi hija Manuela, de un año y medio, dando guerrilla hace que no descanse lo suficiente durante el día y me encuentre a veces por la noche con unos pies hinchados que ni yo reconozco. Tendré que hacer encaje de bolillos para encontrar algún hueco durante la semana y añadir a mi rutina algún cuidado más.
Por último, un pequeño truquillo: cuando las encías empiezan a sangrar por el aumento de riego sanguíneo en todo el cuerpo, ¡los enjuagues de agua con sal marina son mano de santo!
Está claro que este post está dirigido a las mujeres y lo he hecho con especial cariño ya que el embarazo y la maternidad son momentos únicos que solo nosotras podemos experimentar en nuestro propio cuerpo. Qué gran regalo.