Cómo entiendo ahora el quebradero de cabeza y el tiempo que requiere la búsqueda del “colegio perfecto” por el que han pasado papás y mamás amigos. Ellos en su momento me lo contaban… “Estoy pensando en cambiarme de casa para estar más cerca del colegio que me gusta”… “¿Estará mi hijo más cómodo en un colegio más pequeño y familiar?”…
Llevamos varias semanas agobiados ante el ya abierto periodo de preinscripción para parvulario de nuestra hija mayor Manuela. Indagando en Internet, en libros, hablando con otros padres, visitando colegios… buscamos y comparamos opciones. Hay tantos aspectos que contemplar a la hora de elegir el colegio donde queremos que nuestras hijas se eduquen… no sólo con respecto a la metodología de estudio aplicada o el nivel académico, también con respecto a la parte humana. Aprender a relacionarse, fomentar la empatía, gestionar la competitividad, trabajar en equipo, desarrollar la oratoria… Tenemos la suerte de vivir en una zona en Barcelona donde residen una grandísima cantidad de colegios muy diversos, y eso es algo muy positivo pero también nos dificulta aún más la elección.
Hay una frase de Sir Ken Robinson, educador, escritor y conferenciante, que me maravilla y me inspira en esta búsqueda: “La imaginación es la fuente de todo logro humano”.
Mi pareja y yo queremos dar a nuestras hijas las suficientes herramientas y criterio para enfrentarse a la vida sin perder la curiosidad, convirtiéndose en individuos autónomos y empáticos y que busquen rodearse de ambientes que les sumen, saludables. Deseamos que crezcan con la motivación por el conocimiento, que disfruten de la lectura y de descubrir. Que el estudio no suponga un castigo sino una motivación y retos por los que trabajar. Nunca me he sentido cómoda con la idea de memorizar conceptos para luego “vomitarlos” en un examen. Creo firmemente en el poder de comprender y asimilar los contenidos de forma que ese conocimiento te acompañe para siempre. Al fin y al cabo, de eso va el saber, ¿no?
Hay muchas formas distintas de asimilar los conceptos. Es dificilísimo entender la complejidad del funcionamiento del cerebro y determinar en base a ello la mejor metodología de aprendizaje. Es una decisión que va más con una forma de entender la vida y también con la intuición.
Me he informado sobre distintas metodologías de aprendizaje, pero me gustaría compartir contigo dos de ellas que, aunque sean polos opuestos, no dejan de interesarme. Se trata de las metodologías Doman y Waldorf. Podríamos decir que estas dos corrientes dan protagonismo al juego y respetan el ritmo de cada niño. El conocimiento se trabaja a partir de proyectos, un centro de interés que surge del niño o es propuesto por el educador, de modo que se acerca al niño a cada materia (medio, matemáticas, lenguajes, valores) de forma orgánica, ya que se entiende que todo está relacionado, y no de forma dictada o pautada por un libro. Te explico un poco la información que he ido recopilando desde que soy mamá:
MÉTODO GLENN DOMAN
El método creado por el Dr. Glenn Doman se desarrolló en su origen para tratar a niños con lesiones cerebrales, utilizando métodos muy eficaces tanto en áreas motrices como en áreas más intelectuales. Doman, viendo los progresos que conseguía en estos niños, decidió trasladar su conocimientos y darles forma de metodología de estudio para niños sanos, potenciando así su capacidad de aprendizaje. Algo fundamental en esta metodología es la temprana edad con la que se empieza a aplicar, ya que la finalidad es estimular el cerebro para ayudarle a crear conexiones neuronales.
Esta metodología busca desarrollar la memoria visual y auditiva, fomentar la curiosidad e interés por todos los campos del saber y sentar una buena base para la comprensión y retención de nuevo conocimiento al que el niño se enfrentará a lo largo de su vida. A diferencia de las metodologías más académicas, me llama la atención que esta no persigue la obtención de resultados per se, si no que el objetivo es el proceso de aprendizaje en sí, preparando el cerebro para absorber el conocimiento. Curiosamente, el colegio en Barcelona que trabaja esta metodología es uno de los que consigue mejores resultados académicos en España.
He leído que trabajan con una herramienta llamada “bits de inteligencia”. Se trata de una forma de agrupar el conocimiento, unidades de información que se presenta a los niños por medio de fichas que combinan estímulos visuales (formas, colores) con estímulos auditivos (información oral que aporta el educador). Es una estimulación constante pero sin dejar que el niño se aburra, las sesiones de aprendizaje acaban antes de que perdamos la atención del niño.
Algo interesantísimo es precisamente el tiempo de atención continuada que puede dedicar un niño. En esta tabla que he encontrado te muestro la progresión del tiempo que parece ser que un niño puede dedicar según su edad.
– 0 a 1 año: 2 a 3 minutos
– 1 a 2 años: 7 a 8 minutos
– 2 a 3 años: Hasta 10 minutos
– 3 a 4 años: Hasta 15 minutos
– 4 a 5 años: Hasta 20 minutos
– 5 a 6 años: Hasta 25 minutos
Y la “regla de oro” según el Dr. Doman, a la hora de aplicar el método: “Si tú o tu hijo no os divertís, déjalo”.
MÉTODO WALDORF
Por otro lado el método Waldorf, que coincide en muchos puntos con la metodología Montessori, de la que te hablé en el post “Educar en el asombro”.
Rudolf Steiner, el creador de esta metodología, asegura que “los niños son seres que flotan a medio camino entre el mundo espiritual y el material” y cree que, por ejemplo, el niño no debe ser distraído con enseñanzas como la lectura durante sus primeros 7 años de vida. Propone un ambiente libre y creador, dando prioridad a las necesidades propias de cada niño. “El objetivo principal es que cada uno despliegue su propia individualidad con ayuda de sus talentos y apoyándolo en sus dificultades”. Por eso fomentan que la familia participe activamente en el proceso de aprendizaje de sus hijos. Existe una conexión constante con la naturaleza trabajando con materiales como lana, hilo, barro, madera, piedra… estando muy presente la parte creativa y artística.
… Y con todo esto, yo me digo: ¿es contraproducente sobreestimular a un niño? ¿una metodología demasiado alternativa prepararía a mis hijas para continuar con cualquier formación superior de forma tradicional? ¿Les ofrecerán realmente ser trilingües (castellano, catalán e inglés)? ¿El tipo de alimentación que ofrecen coinciden con nuestra filosofía de vida y hábitos saludables? Y, por supuesto, ¿qué importancia le darán al ejercicio físico, tan importante para el desarrollo de un niño?
Qué difícil es valorar los puntos fuertes de cada colegio e identificarte de forma global, convencerte de que tu elección es la mejor para tu hijo, un niño que todavía no se ha expuesto al rendimiento académico como lo entendemos y que su personalidad está aún tomando forma. Esperamos dar con el colegio que les proporcionen un buen desarrollo intelectual y personal y con el que podamos trabajar en equipo los mismos valores para que sean felices.
C y V.