El primer número de 2016 de Harper’s Bazaar España me ha dado la oportunidad de tener un precioso recuerdo muy especial de mi segundo embarazo. Unas fotos al desnudo mostrando la naturaleza de un momento tan bonito para la mujer. Gracias Eugenia de la Torriente y Juan Cebrián por este regalo.
Este reportaje es fruto de un momento íntimo y emocionante compartido con mi pareja en el estudio de Nueva York de mi talentoso amigo el fotógrafo Richard Phibbs.
Conforme me voy haciendo mayor me siento más cómoda en mi cuerpo y el desnudo es algo que nunca me ha dado reparo, sintiéndolo como algo muy natural, aunque he pasado por varias etapas. Años atrás, el no tener tanta presencia en los medios de comunicación generales y sólo tenerla en prensa específica de moda me permitía disfrutar del nudismo durante mis veranos en las Baleares de forma orgánica, una expresión de libertad que he tenido que lastrar sobre todo en los últimos tiempos. A pesar de esto, para mí el desnudo sigue siendo el estado más natural de un cuerpo humano. Me gusta observar la belleza en crudo y lo imperfecto: las manchas en la piel, las formas, la asimetría… cada cuerpo es único.
Vivimos en una sociedad rodeada de prejuicios y entiendo y respeto que haya gente que no se sienta cómoda con el desnudo propio o ajeno, por eso dudé en hacer estas fotos por las consecuencias que pudiera acarrear. A veces es difícil tomar decisiones desde tu verdad sin que te influya el «qué pensarán», y es que con esta profesión lidias a diario con el examen físico y superficial de tu persona, algo que he aprendido a sobrellevar y no sentirme atacada por ello. Enfrentarme a una presión estética tan fuerte desde una edad tan temprana me ha hecho más fuerte y, paradójicamente, más segura de mí misma tomándomelo como críticas circunstanciales que en realidad sólo responden a un criterio estético y no a lo que realmente es importante: la personalidad, el carácter, el saber hacer, la profesionalidad… ¡Una no puede gustar a todo el mundo! Por no hablar de cómo gestionar los constantes y desmesurados elogios durante la jornada de trabajo como modelo, un idioma que forma parte de la idiosincracia de una sesión de fotos y que no te puedes tomar realmente en serio si no quieres perder la noción de la realidad. Como siempre he dicho, «hay que saber bajarse de los tacones«.
Está claro que me importa mucho mi aspecto físico, la industria de la moda me ha influenciado en ese sentido. Mantener una buena imagen implica cuidarse y eso no lo entiendo como superficial. Mi cuerpo es mi templo y el paso de los años me ha enseñado a atenderlo también de una forma más completa, entendiendo y aceptando quién soy, cuidando mi organismo y el bienestar en mi entorno. Pero no negaré que cuando me enfrenté a mi primer embarazo lo primero que pensé fue en el cambio físico: en un periodo de tiempo relativamente corto mi cuerpo se convertiría en otro y me asustaba la huella física que pudiera dejar. Ahora que ya he pasado por un «pre» y «post» me siento mucho más segura. Sin desmerecer mi genética, me satisface ver cómo el cuerpo me responde después del esfuerzo y disciplina que supone mantener una rutina de cuidados y ejercicio. Los milagros no existen, hay que currárselo.
Sé que me quedan muchos otros estados físicos por los que pasar. Forma parte de la vida. Este, el embarazo, es de los más únicos y mágicos que he experimentado y por eso decidí compartir así, al desnudo y sin retoques, un momento tan íntimo. Estas voluptuosas formas me hacen sentir poderosa y me enorgullece ser un canal para dar vida a un nuevo ser.
Making of, Nueva York, 2 de Noviembre de 2015