Me gustaría hablar del equilibrio, no sólo en posturas de yoga si no como una postura ante la vida.
Como siempre digo, mi práctica de yoga me confronta con las aptitudes y limitaciones con las que convivo. En general, noto cómo mi estado de equilibrio físico se condiciona por las circunstancias por las que estoy pasando cuando añado alguna asana de equilibrio en mi auto-práctica. Siento que, en momentos de dudas ante la toma de decisiones acompañados de cierta inseguridad, me desestabilizo por completo incluso en posturas sencillas. También me afecta mucho si abordo la clase de yoga sin desligarme antes del estrés del día.
Imaginad si encima añado los cambios por los que está pasando (y va a pasar) mi cuerpo durante el embarazo… Mi columna se empieza a curvar, desplazando mi centro de gravedad, y los primeros síntomas de desequilibrio ya aparecen durante la práctica. Por eso sé que ya tengo que empezar a adaptarla a mi estado siendo consciente de mis nuevas limitaciones físicas. Además, me doy cuenta de que tengo que bajar el ritmo de esfuerzo físico porque el cansancio se apodera de mí mucho antes.
El equilibrio es la mesura. Puede abarcar muchas facetas de nuestra vida: en lo puramente físico, en lo biológico, en la alimentación, en las emociones, entre lo que hacemos y realmente queremos… Qué complicado sería hablaros de cada una de estas caras del equilibrio… Sería un ejercicio de introspección y reflexión muy profundo, casi de tesis doctoral, que hoy no toca y seguro que me agradecéis, jeje.
Cada uno tiene un termómetro propio y el mío sé que se descontrola cuando no tengo muy presente esa filosofía tan sabia del mindfulness de la que os hablé hace poco. No es fácil vivir buscando el máximo bienestar; tampoco lo busco. Sé que en mi naturaleza está, a veces, saltarse las reglas, y encuentro que es muy sano «abandonarse» de forma puntual, cuando eres consciente, te compensa y lo disfrutas.
Imagino que a vosotros también os pasa que el verano desequilibra las rutinas que tenemos durante el año. En mi caso he abandonado de forma placentera mis buenos hábitos de comida saludable y casera por tantas comidas y cenas cuantiosas, ricas y a veces no tan sanas. Qué fácil es dejarse llevar sólo por el placer de comer y olvidarse del equilibrio y la mesura… La buena noticia es que ya estoy de vuelta en casa retomando mis menús de siempre. ¡A encaminarse de nuevo!
Versión «feliciana» de «Standing half lotus» o Ardha Padmasana Vrksasana.
Postura del avión o Tuladandasana.