Qué poco me queda para dar a luz a mi segunda hija… Ya estoy de siete meses y medio pero me siento como si estuviera de nueve. Todavía no tenemos nombre para ella y me da un poco de pena ya que con Manuela, mi primera hija, lo tuvimos claro desde el primer momento. Manuela es un nombre que me acompaña desde siempre, no sólo porque está en mi familia si no porque simplemente me encanta. Es poderoso, clásico y a la vez especial. Espero que no tardemos mucho en encontrar el nombre, aunque me temo que acabaremos teniendo que verle la cara para decidirlo.
Me vienen a la cabeza tantos pensamientos… ¿Cómo será? ¿Qué relación tendrán mis hijas entre ellas? ¿Cómo de parecidas o diferentes serán? ¿Cómo conviviremos entre nosotros?…
Por no hablar de los celos. Imagino que como cualquier pareja que se enfrenta a un segundo hijo, tenemos muy presente este tema y hablamos y pensamos en cómo gestionar lo que se nos puede venir encima con Manuela ya que es puro carácter. Tenemos que encontrar el cómo aplicar una fórmula de convivencia en la que creemos firmemente: buscar momentos únicos de a dos para compartir y crear lazos con cada una de nuestras hijas por separado, además de en familia. Pensamos que es algo que nos puede favorecer no sólo en el tema de los celos si no también para crear diversas vías de comunicación entre nosotros. Me reconforta ver que Manuela, con tan sólo 22 meses, es una niña que escucha e incluso parece que reflexiona, es despierta, no vive hacia dentro si no hacia fuera, le importa lo que sucede a su alrededor y reacciona de forma amorosa y empática en muchas situaciones que espero las aplique a la relación con su hermana. Y cómo no, también puedo recurrir a lo que podría decir la página 1 del «Manual de la llegada del hermanito»: Haz partícipe al mayor compartiendo contigo los cuidados del pequeño.
¡Ay madre, qué de responsabilidades! Pienso… ¿cubriremos sus necesidades de desarrollo intelectual, tendremos suficiente pedagogía, mantendremos la paciencia, educaremos a través del juego y la motivación…? Y me abrumo, ya que siendo madre trabajadora me doy cuenta de lo realmente difícil que es sacar tiempo para ser esa súper mami que quisiera. Así que más vale que me relaje y, como todo hijo de vecino, lo haré lo mejor que pueda, dando muchos besos, mimos y cariños como los que me dieron a mí.
Intento leer, informarme y aprender sobre el funcionamiento y desarrollo de ese músculo que tenemos ahí arriba, el cerebro. Te dejo un par de recomendaciones: el libro El Cerebro del Niño de Daniel J. Siegel e indagar en el mundo de la Neurolingüística (PNL), algo que estoy descubriendo.
¡Suerte a todas las mamis y papis!
V.