Desde el primer momento, esta ciudad me abrió las puertas hacia una carrera de modelo internacional que me daría muchas alegrías y me las sigue dando. Pero también me dio muchas penas. No me sentí acogida en un momento de juventud en el que tuve que madurar a marchas forzadas. Me encontraba con muchos handicaps: el idioma, la soledad y una sociedad poco acogedora. Por todo eso, mi visión estética de la ciudad está condicionada por mi pasado y no puedo ver esta ciudad con buenos ojos. Aunque parezca una locura, para mí París no es bella.
Construir nuevas experiencias con Carles en ella me da la esperanza de cambiar mi pensamiento. Disfruté de un fin de semana divertido y romántico con la excusa de acompañarle a unos premios de fútbol.
No pude evitar pasar por una de mis tiendas favoritas de la ciudad, Merci. Paseamos por Champs Elisées y acabamos en la exposición de Velázquez en el Grand Palais. Me dio mucha pena no poder disfrutar también de la retrospectiva que le hacían a Jean Paul Gaultier, los tickets estaban agotados.
El restaurante Porte 12 fue todo un descubrimiento. Es un lugar muy pequeñito de cocina creativa con gente muy joven. Es ese tipo de cocina en la que las mezclas, por complejas que parezcan, conviven y permiten degustar el sabor de cada uno de los ingredientes por separado. Me recordó ligeramente a la elegancia y sutileza de los platos de Martín Berasategui. Probé un vino blanco francés excelente, de esos frescos y secos que tanto me gustan. ¡Qué pena que se me olvidó apuntar el nombre!
El hotel Le Bristol en la famosa calle Faubourg Saint-Honoré nos acogió con ese servicio clásico y distinguido de la ciudad. Una vez más, el estar solos nos dio la oportunidad de disfrutar de un domingo de descanso y de un desayuno tardío. Fue toda una sorpresa encontrarnos con una opción de desayuno japonés en un hotel tan parisino.
El evento exigía un dress code a la altura de la ciudad de la moda. Me pareció adecuado utilizar una marca francesa como es Herve Leger para el punto fuerte del look: el vestido. Los vestidos de Herve Leger realzan la feminidad, son como un guante que se adapta a tus curvas de forma natural aportando sensualidad a tu figura pero de una forma cómoda y sin perder un ápice de elegancia. Necesitaba un zapato muy alto y cómodo, por eso elegí un básico de mi armario: unas sandalias negras con un poco de plataforma de Prada. Mi chaqueta de Phillip Lim es mi mejor comodín de «abrigo de fiesta» en lugares que sé que puedo pasar frío. Para completar el look me encantó la opción que me dejó la Joyería Suárez, entendiendo perfectamente la sutileza de brillo que necesitaba, con unos pendientes y un anillo de oro blanco y diamantes.
Compartimos mesa con nuestro amigo Eric Abidal, a quien Carles entregó un premio de honor por su carrera. Fue una noche temprana y breve que nos dio la oportunidad de volver pronto al hotel, ver el partido del Barça y acabar el fin de semana de la mejor forma: un room service para dos.