La respiración lo es todo. Para mí es la herramienta más poderosa que tenemos al alcance de todos y aprender a utilizarla puede cambiarte la vida.
Es fácil olvidar que respiro, es algo que el organismo hace de forma automática y quizá sólo sea al descontrolarse cuando me doy cuenta de que algo va mal. Por eso la atención es lo primero. Reconocer qué está sucediendo con ella e intentar reflexionar sobre el origen del desequilibrio me ayuda a redirigirla de forma consciente. Aunque a veces enfrento a una práctica de respiración sin haber hecho este ejercicio porque ya forma parte de mi búsqueda para el bienestar diario: siempre me digo «Entre lo activa que soy y las mil tareas que tengo que abordar al día, seguro que lo necesito». Es bestial cómo algo tan simple como la respiración puede tener la capacidad de controlar y dirigir tu mente para cambiar estados o emociones que te son perjudiciales.
En este último mes de embarazo me toca reposo y mi práctica de yoga ya no es tan dinámica o activa como habitualmente. Mis asanas se centran ahora en estiramientos suaves y de relajación que me ayudan a focalizar en la respiración. Me obligo a ser una balsa tanto en mi práctica como en mis movimientos y pensamientos, tomándome todo con más tranquilidad pensando no sólo en mí si no también en mi hija, recordando que todo lo que siente la mujer durante un embarazo influye y se transmite al bebé. Y te tengo que decir que me cuesta mucho implantar este tempo ya que va en contra de mi naturaleza, mucho más enérgica y rápida.
Me gustaría compartir contigo algunos de los tipos de meditación de los que podemos disfrutar. Son conceptos tan abstractos que tener que describirlos de forma breve y sencilla me ayuda a redescubrirlos y tenerlos más a mano.
Meditación Budista (lo que ahora llamamos mindfulness). Vivir el momento presente comenzando por poner toda tu atención en una respiración consciente, pudiendo así focalizar y dirigir tu pensamiento y energía a lo que desees. Me resulta muy fácil comprender algo tan sencillo, pero para una mente como la mía aún me sigue costando mantener la atención tan sólo en la respiración.
Meditación Vipassana. Una amiga mía que pasó por un cáncer no hace muchos años me ha hablado mucho de este tipo de meditación. Una vez recuperada de la terrible enfermedad quiso indagar, estudiar y experimentar el Vipassana. A grandes rasgos, te hace conocer quién realmente eres, tu interior al completo con tu consciente y subconsciente. Ver, contemplar, comprender correctamente. Se trabaja la auto-observación para tomar el control sobre la mente y romper la cadena de acción-reacción que proviene del sufrimiento para deshacerse de todo lo negativo.
Meditación con mantras. Se usa una oración a través de palabras o frases. Las vibraciones que crea el sonido son poderosas y efectivas para conectarte con tu interior. Esta práctica, cuando se comparte, crea un ambiente de energía global muy especial que incluso diría que te conduce a un trance.
Meditación caminando. Este tipo de meditación a través de un movimiento quizá pueda ayudar mejor a calmar una mente inquieta. Consiste en dirigir la mente hacia diferentes partes del cuerpo y sus sensaciones, a medida que te desplazas, sintiendo por ejemplo dónde se apoyan las plantas de tus pies y su movimiento; si estás en el exterior, la brisa que roza tu piel; cómo entra y sale el aire por la nariz…
Meditación basada en la conciencia de la respiración. Esta última es la que yo practico habitualmente. Me gusta ofrecerme un momento para observar mi respiración profunda y lo que sucede en mi cuerpo a través de ella. Sentada o echada, apoyas tus manos en partes del cuerpo como el pecho, el abdomen o costillas para sentir el movimiento al inhalar y exhalar enfocando el pensamiento en tu respiración y sus matices.