Cuando Manuela se duerme en mis brazos o me sonríe al despertar diciendo “Hola mami”, me deshago. El tocarla y sentir su piel contra la mía me hace sentir una felicidad plena. Es uno de esos sentimientos difíciles de expresar por su grandeza. Es como volverse a enamorar.
¡Y qué alegría! Vuelvo a estar embarazada. Mi pareja y yo teníamos muy claro que deseábamos darle un hermanito a nuestra hija Manuela. Tengo dos hermanos y crecer en familia numerosa ha sido divertidísimo, siguiendo muy unida a ellos ahora de mayores. Pero no fue hasta que me dijeron que es una niña que me di cuenta de que realmente yo deseaba un niño. Habíamos hablado tantas veces que nos daba igual lo que viniera, que me sorprendió mucho mi reacción. No sé… quizá era el deseo de experimentar relación madre e hijo. Pero reflexionando bien y pensando en la complicidad y confidencias que tengo con mi hermana, me doy cuenta de que para Manuela será todo un regalo, considerando además que sólo se llevarán 2 añitos. ¡Ay! ¿Cómo será esta hermanita? ¿Será tan curiosa, energética, payasa, comilona y rubia como ella?
Estoy viviendo este embarazo de forma muy distinta. Aunque solo estoy de 3 meses y medio, ya siento que mis preocupaciones o miedos han cambiado. En mi primer embarazo todo me sobrepasaba: experimentar los grandes cambios físicos, enfrentarme a un parto, el desconocimiento de lo que implicaba ser madre dudando de mis capacidades como tal… Ahora, mucho más serena por mi experiencia, mis preocupaciones son menores. Aún así, no puedo evitar seguir teniendo miedo por la salud de mi bebé. A pesar de que todo está yendo de maravilla, hasta que no vea la carita de mi próxima hija y sepa que está bien, en mis brazos, no estaré del todo tranquila. Me imagino que estos pensamientos los tenemos todos los padres, ¿no?
Tengo la suerte de tener unos embarazos fantásticos, sin náuseas ni molestias. Me siento con energía y sigo practicando deporte y yoga sin problema. De hecho, en el primer embarazo me ayudó mucho mantener un cuerpo con buen tono muscular para recuperarme mejor y más rápido después del parto. Por eso volveré a adaptar los ejercicios y las asanas conforme mi barriga vaya creciendo, escuchando a mi cuerpo y sus necesidades. No solo me cuido por fuera, sino también (y sobre todo) por dentro. Soy muy exigente con la alimentación y la toma de suplementos de vitaminas, minerales y omegas. Quiero estar 100% sana y en la mejor de mis condiciones para que tanto el bebé como yo estemos cubiertos con todos los nutrientes necesarios. Evito las calorías vacías que no aporten nada al bebé, aunque a veces me salto las reglas (en su justa medida) y no me privo de darme algún capricho.
Sin duda la maternidad me ha convertido en otra mujer, pero mantengo mi esencia. Las cosas ya no tienen el orden de valores que les daba… Ahora me preocupo poco por nimiedades y relativizo mucho más, con una vida de pequeños cambios casi a diario ya que hay una personilla que se está definiendo, y yo a su lado. Los niños te enseñan mucho y te enfrentan a ejercicios de paciencia, comprensión y empatía bestiales. Dentro de poco, con dos en casa, me imagino que todo se duplicará: lo bueno y lo malo. A ver qué tal se me da… ¡Intentaré mantener la cordura!
V.