Defino “mindfulness” de una forma sencilla: vivir el momento presente con conciencia plena. Es así como yo lo entiendo e intento aplicarlo en mi día a día.
No soy una experta en este tema, pero a través del yoga he aprendido, y sigo aprendiendo, a escuchar y estar atenta a las señales que me da mi cuerpo. Tomar autoconciencia sobre mí misma, no solo a nivel físico si no también mental y emocional, me regala un bienestar de largo recorrido al que no quiero renunciar. Estoy dispuesta a seguir trabajándolo hasta que muera, ya que solo tengo un cuerpo y un “alma” y para mí es la única pertenencia de la que realmente soy dueña y debo de cuidar.
Enfrentarme a la meditación me daba mucho respeto, además de que no creo que todavía entienda realmente su profundidad. Esta práctica me ha acompañado durante los últimos años «on and off». Cada vez más se despierta en mí un mayor interés por indagar en este campo porque me apasiona la idea de controlar la propia mente y poder tener al alcance esta herramienta.
De momento me conformo con sólo concentrarme en la respiración y reconocer los pensamientos que van y vienen. Intento ser consciente de que existen y los dejo pasar.
Os cuento cómo intento acoplar esta conciencia plena, que le llaman mindfulness, poco a poco:
Mi mindfulness empieza al despertar, quedándome unos minutos más en la cama, en calma, retomando la conciencia de mi cuerpo sintiendo las primeras respiraciones de la mañana, cortitas y placenteras, sin pensar todavía en las tareas del día. Me centro tan sólo en mi respiración, sintiendo cómo el pecho y abdomen se mueven lentamente. Si mi hija ya está pululando a mi lado, la atiendo y tan solo intento estar presente en las pequeñas cosas matutinas como vestirnos e ir a desayunar, tan sólo prestando atención a cada movimiento y a cada sensación. Sé que no es fácil mantener este estado de presencia, o por lo menos para mí no lo es, especialmente en un día laboral en el que actúo por inercia y mi mente no acompaña a mis actos; pero me conformo con poder hacer este ejercicio algunas mañanas y sobre todo, y de forma más fácil y fluida, en mis días libres.
“No te olvides de parar y sentir qué estás haciendo AHORA”. A veces, mi cabeza me regala este pensamiento entre la vorágine del trabajo. Es como si tuviera un momento de lucidez.
Esta sabia postura de mantenerse en el presente, el «menos es más» del budismo, es algo tan sencillo como difícil de conseguir. Quizá pueda quitarle peso a conceptos tan profundos y traérmelos a mi realidad encontrando practicidad al estado de conciencia plena: pensando que vivir el momento presente, y estar consciente y centrado en el ahora, te aporta ser mucho más productivo con lo que estés haciendo aprovechando al máximo cada segundo tanto de momentos de trabajo como lúdicos.
Parar y reflexionar también te da la oportunidad de averiguar lo que de verdad quieres… Personalmente, me cuesta mucho definir con claridad qué quiero realmente ya que me motivo y me intereso por muchas cosas y por diferentes proyectos. Como dicen los que me conocen, soy un «culo inquieto», jeje.
Vivir el momento presente es algo que intento y me recuerdo constantemente, pero siendo realista con mi vida laboral y con la influencia social e inputs que tenemos a nuestro alrededor, es difícil de conseguir. Por eso mantener una salud mental se ha convertido en una prioridad para mí.