La última vez que te hablé del equilibrio estaba embarazada de mi segunda hija, Maria. En ese momento preferí hablarte del tema de una forma más filosófica. En este post lo hago desde el objetivo de la práctica, aunque en yoga, cuerpo y mente siempre van ligados.
Todas las personas, en estado de salud normal, tenemos equilibrio. El simple hecho de andar requiere equilibrio, piensa en esa milésima de segundo en la que nos sostenemos sobre sólo un pie. Es cierto que esto no nos conlleva un gran esfuerzo y ni siquiera le prestamos atención, algo que el yoga sí te obliga a hacer mientras lo practicas. Las posturas de equilibrio son todo un reto y piden concentración, paciencia, y fuerza.
Por eso son muy buenas también para fortalecer los músculos de las piernas y especialmente los del tobillo. Uno de los beneficios del yoga es que trabaja la musculatura al completo, incluyendo pequeños músculos que suelen ser grandes olvidados en otro tipo de ejercicios de musculación.
La mente también juega un papel muy importante a la hora de entrar y mantener estas posturas. La concentración es la clave y la respiración es la que te ayudará a focalizar. Cuando sientas que una postura de equilibrio se te resiste, quizá sea porque tu mente está espesa o has entrado en la práctica sin liberarte del todo del estrés del día. En ese momento, te recomiendo que pares, cierres los ojos y respires. La respiración es tu aliada, concéntrate en ella y retoma la postura con la siguiente inhalación.
Durante mi práctica de yoga, estas posturas son las que delatan, casi sin lugar a errores, mi estado emocional. Cuando pretendo mantener mi cuerpo en equilibrio y no lo consigo, sé que es porque mi cabeza está en otros mil lugares menos en el ‘aquí y ahora’, concentrada en mi cuerpo que intenta sostenerse en equilibrio. Ese es uno de los propósitos del yoga: equilibrar cuerpo y mente. No hay prisa, y haciendo el ejercicio que te recomiendo arriba consigo una práctica más fluida.
Quizá estas posturas puedan crear momentos de tensión, pero es algo que me gusta ya que implican un ejercicio interesante obligando a mi mente a vivir el presente al 100% y lidiar con varios aspectos: luchar contra la fuerza de la gravedad, observar y corregir mi postura, concentrarme en la respiración y mantener activas las bandhas.
Las asanas de equilibrio suelen dar pereza porque es difícil mantener el equilibrio en más de una respiración, o por lo menos a mí me sucedía cuando las descubrí y ni siquiera podía estirar mi pierna al completo. Recuerda que te enseño posturas que se pueden adaptar perfectamente a diferentes niveles, no dudes en hacerlas tuyas. Lo importante es que lleves la práctica a TU límite de esfuerzo con total implicación de tu cuerpo y mente sin llegar al dolor.
Namaste.
Conjunto de Alo Yoga