La segunda vez que piso China. Shanghai no tiene nada que ver con la experiencia que tuve en Hong Kong, una cuidad mucho más cómoda y fácil, donde la vegetación se comía en muchas ocasiones a los gigantescos edificios. Esta ciudad es ENORME y solo vi cemento y más cemento. Desde el aeropuerto hasta la ciudad, carreteras y barrios, unos detrás de otros y un cielo emborronado por la polución.
Aunque la primera impresión no fue muy placentera, seguía entusiasmada y contenta de poder acompañar a mi pareja al evento multideportivo del año a nivel mundial: los premios Laureus. Le nombraron embajador de esta fundación que trabaja en mejorar la vida de los niños a través del deporte bajo el mensaje que nos legó Nelson Mandela, “Sport can change the world”, «El deporte puede cambiar el mundo”.
La acogida del súper equipo de producción de Laureus fue muy cálida y nos sentimos arropados en todo momento. Nos ofrecieron todo tipo de facilidades para disfrutar de la ciudad aunque tuviéramos una agenda bastante apretada con diferentes actos para esos 3 días intensos que nos esperaban.
El jet lag que experimentas viajando de Oeste a Este siempre es mucho más pesado que al contrario. Aunque estoy muy acostumbrada a sobrellevarlo después de tantos años de rodaje, vi que este iba a ser durillo. Me forcé aguantando despierta todo el día para acoplarme al horario y poder dormir por la noche. Después de probar el desayuno chino en el hotel y acompañar a mi pareja a algunas de las reuniones que le esperaban, salimos a la calle a explorar por unas horas esta ciudad que ya nos impresionaba desde la ventana de nuestra habitación. Paseamos por The Bund al lado del río y disfrutamos de unas de las mejores vistas de la ciudad.
El primer acto fue institucional pero muy amable, con una alcaldesa risueña y rodeada del caliu de la gente del deporte, y pude conocer y hablar con personas de todo el mundo que hacen capaz que esta fundación funcione. Un petit comité de primer contacto.
Opté por un look en el que el abrigo joya de Phillip Lim era el protagonista.
La welcome party fue en el edificio Oriental Pearl Tower, donde pudimos saborear la exquisitez de lo que sería la gala de los premios. Era el punto de encuentro para todos los nominados, personas relevantes de Shanghai, las marcas colaboradoras (sponsors ) y del mundo del deporte. Acabamos en una de las casas/club privado de Johann Rupert (grupo Richemont). El Sr. Rupert es el responsable de que una fundación y evento de esta envergadura sean posibles. De nuevo, en petit comité, se habló de viajes, deporte, compromiso con la sociedad e incluso de arte, ya que nos rodeaban piezas como las esculturas de Giacometti.
Para esa noche elegí un look elegante, rockero y masculino al que le iba muy bien un pelo recogido, opté por un toupé.
Camisa y blazer de Hugo Boss, pantalones pitillo, clucth de Jimmy Choo y zapatos de Valentino.
Durante el último día, una flota de Mercedes Benz (uno de los sponsors de Laureus) iba y venía desde los hoteles al Shanghai Grand Theatre donde se ultimaban los preparativos del gran evento. Se respiraban nervios, ajetreo pero también mucha ilusión. Benedict Cumberbatch condujo la gala con ese saber estar, elegancia y humor que caracteriza a los ingleses. Por no hablar de su estupendísima planta y presencia. Fue una gala llena de momentos emotivos, especialmente me conmocionó la madre de Tatyana McFadden, ganadora del premio a la mejor deportista con discapacidad, quien dijo: «Mandela decía que el deporte puede cambiar el mundo… en nuestro caso el deporte ha salvado la vida de mi hija«. Me sorprendió el trabajo social que han llevado a cabo en Afghanistan, consiguiendo que un gran grupo de niñas, que casi no tienen voz en ese país, practique el skateboarding dándoles la oportunidad de desarrollarse en el deporte.
Buena comida, buena música y mejores invitados en el after party en el Waldorf Astoria. Risas y baile entre invitados como Bill Murray (de quien soy súper fan), Eric Cantona, Ruud Gullit y miembros de la academia como Edwin Moses y Nadia Comaneci.
El vestido de encaje blanco de Ermanno Scervino fue el más adecuado para estar a la altura de la noche y el resto de invitados. Completé el look con unas sandalias joya de Louboutin y un clutch de Margiela.