Hace unas semanas conocí a Upendra Arya, un maestro de yoga indio afincado en Barcelona con una historia peculiar que me conmovió. A la temprana edad de 8 años ya se adentró en la filosofía del yoga y la medicina Védica por problemas de salud; esto le proporcionó un gran conocimiento del Hatha Yoga desde la infancia logrando cambios físicos y una profunda sensación de salud y energía, haciendo desaparecer el asma que sufría.
«Llevo 30 años con el yoga y cada día entro en mi práctica como un principiante. Es mi seguro de salud. Invierto en conseguir un buen equilibrio físico, mental y espiritual.»
Upendra Arya.
Tras una buena charla sobre yoga pude plantearle LA pregunta a la que todavía nunca había recibido una explicación sencilla y concisa: ¿qué es el yoga?
Entendí que el yoga es un estado de la mente. Es una forma completa de meditación en la que la mente sigue activa pero focalizada. Tan sólo ser y sentir. Cada momento puede tener un enfoque: tu físico, un pensamiento, una emoción… La meta es lograr aplicar esta capacidad en cualquier momento de la vida alcanzando así el máximo estado del mindfulness. Esta conversación me reafirmó que la filosofía del yoga es algo mucho más profundo de lo que últimamente, habiéndose puesto tan de moda, podemos percibir.
Ya era consciente de que hay tres pilares que sustentan la práctica: la parte física, la parte de respiración y la parte de meditación. Aplicar todas ellas a la vez te proporciona el conocimiento total de la filosofía, un máximo difícil de alcanzar ya que exige un nivel de dedicación, entendimiento, perseverancia y paciencia que no creo que tenga cabida en mi estilo de vida occidental y actual. Me conformo con tan sólo entender de qué se trata y practicar… Saber que hay un reto que me encantaría alcanzar y que probablemente nunca consiga me obliga a hacer un ejercicio de humildad muy saludable.
V.