Arranco este post haciéndote una pregunta: ¿cuántas veces te has dejado llevar en algún momento u otro por tu alrededor, por las modas, las expectativas sociales, las opiniones de amigos, los deseos familiares… sin atender a lo que tú realmente creías, necesitabas o deseabas, alejándote de tu intuición y de lo que tus tripas decían que era lo mejor para ti? Yo, más de las que me gustaría.
Hace unos días comencé a leer “El arte de pensar” de José Carlos Ruiz. Tenía muchas ganas de adentrarme en la lectura de este ensayo filosófico que comparte pasajes de clásicos como Kant y Sócrates y otros contemporáneos como Alain de Botton. Ruiz reflexiona sobre un concepto que me parece de máxima relevancia para el momento actual que vivimos y del que también nos habla la disciplina positiva en relación a la educación de nuestros hijos: el pensamiento crítico.
Aquí comparto un pequeño fragmento del libro “El arte de pensar” de José Carlos Ruiz:
“Estamos viviendo en un momento histórico donde lo que nos rodea está en constante cambio y los acontecimientos se aceleran por momentos. No solo se aligera el ritmo de vida, también aumentan exponencialmente los estímulos. El futuro, como categoría temporal, se ha acortado, y la incertidumbre es ahora más palpable que nunca. Con un futuro tan incierto, y con miles de mensajes contradictorios y alejados de la realidad, no es de extrañar que no queramos encender este interruptor del pensamiento crítico, porque da miedo tener que responsabilizarse del uso del mismo”.
No sé qué piensas tú, pero yo estoy muy de acuerdo con lo que dice. Llevándomelo al terreno desde el que te quiero hablar, el del “parenting”, creo que vivimos en una sociedad en la que nos cuesta ayudar a nuestros hijos a construir y desarrollar su propio pensamiento crítico. Nuestra tarea como padres es protegerlos, guiarlos, educarlos… pero en muchas ocasiones la tendencia, y también el error, es querer evitar a toda costa que sufran o que se equivoquen. Está claro que actuamos por el bien de nuestros hijos, pero, con esta postura, a la vez mermamos las posibilidades de que desarrollen su propio criterio basado en sus propias experiencias y reflexiones.
A pesar de esta tendencia natural, desde el primer momento supe que quería educar a mis hijas dejando que desarrollaran su propio criterio, que me cuestionaran, que mostraran su personalidad. Reconozco que a la práctica no es un camino fácil: desde una simple prenda de vestir hasta una decisión vital, fomentar que tus hijos elijan por sí mismos requiere confianza (tanto en ti como padre/madre como en ellos) y dar espacio para que afloren como individuos con personalidad propia. El camino nos puede llevar en ocasiones a conflictos de autoridad y a tensar la cuerda hasta el “¡porque lo digo yo!” en momentos de puro estrés, pero pienso en su futuro como mujeres adultas, independientes y auto-responsables y merece la pena.
Como siempre, todo empieza por nosotros, los padres y las madres. El paso previo al pensamiento crítico es la auto-crítica y la reflexión, por tanto una persona que nunca se pone en duda difícilmente podrá promover el mismo ejercicio en su hijo. Demostrando que tú también te cuestionas y reflexionas, teniendo en cuenta tanto tus ideas y necesidades como las de los demás, puedes acompañar a tus hijos en este mismo ejercicio. En este mismo post comparto algunos ejemplos.
¿Qué es el pensamiento crítico?
Es la capacidad de pensar aplicando la lógica; de razonar, analizar y juzgar información y situaciones con fundamento y actuar en consecuencia. Es una habilidad para enfrentarse a todo tipo de momentos vitales y a la toma de decisiones, algo que nos acompaña toda la vida.
Bajado a un ejemplo, es saber navegar entre la tremenda carga informativa y de estímulos de hoy en día para no dejarse influenciar ciegamente, para saber discernir entre lo que es cierto y lo que no y deshacerse de aquello que no nos hace bien o que no encaja con nuestra forma de ser.
Es una actitud que nos ayuda a llevar las riendas de nuestra vida, a afrontar retos libremente sabiendo que elegimos nuestro propio camino y asumiendo las consecuencias de nuestras decisiones.
¿Cómo puedo fomentar el pensamiento crítico en mis hijos?
Incitarles a hacer preguntas y a desarrollar su curiosidad por lo que les rodea, inculcar el hábito de la lectura, del debate, del interés por el conocimiento… son formas de asentar las bases del pensamiento crítico en los niños. El pensamiento racional les aleja de convertirse en individuos que obedecen sin saber por qué.
Por otro lado, la disciplina positiva dice que para que nuestros hijos se desarrollen como individuos y se conviertan en adultos independientes y autosuficientes tenemos que fomentar la toma de decisiones propia desde bien pequeños, comenzando por problemas a su medida. Se trata de encontrar el equilibrio entre dar opciones y dar libertad.
Por ejemplo, en mi casa el conflicto matutino a la hora de vestir cada vez era peor. Yo elegía una ropa para mis hijas según el tiempo, las actividades del día en el colegio y, cómo no, mi criterio estético, pero ellas nunca estaban conformes “por h o por b”. Opté por hacerlas partícipes en la medida de lo posible para que ellas contribuyeran en la decisión de lo que se van a poner al día siguiente, preguntándoles por los mismos criterios que yo planteaba y fomentando así su pensamiento crítico. Quizá os parezca una situación muy banal, pero precisamente por ser algo sencillo y superficial se convierte en un ejercicio fácil de introducir desde bien pequeños. Les permite reflexionar acerca de lo que es oportuno y lo que no y les ayuda a conocerse, a experimentar libremente, a saber cuáles son sus gustos, si prefieren estar cómodos o sentirse guapos, si son frioleros o calurosos…
En ocasiones todavía me cuesta aceptar looks de mis peques que para mí son espantosos (desde mi propio criterio y muy por supuesto influenciado por la moda, ¡no lo puedo evitar!), pero me pregunto qué es más importante, si el hecho de que ellas hayan elegido unas prendas que son cómodas, apropiadas para la actividad y el clima, dejando que se expresen estéticamente, o imponer lo que a mí me parece bonito porque yo disfruto de eso y me da vergüenza que vayan “hechas un cuadro”.
Como este tipo de oportunidades hay mil para aprovechar y usar para que desarrollen la capacidad de autonomía y pensamiento crítico, todo depende de la edad y sus capacidades en cada momento.
Ahí va otro ejemplo: imaginaos que vuestro hijo vuelve del cole y os dice: “X me ha dicho que si no juego a este videojuego seré un pringado”. Seguro que lo primero que nos sale hacer es decir: “¡Eso no es cierto! No le hagas caso…”. En lugar de dar nuestra opinión inmediata, podemos preguntar: “¿Y tú, qué opinas? ¿Cómo te sientes cuando te ha dicho eso?”. El criterio también se desarrolla preguntando mucho, dejando hablar, dando espacio para opinar…. Incluso, a medida que van creciendo podemos hacer este ejercicio a la inversa y contar a nuestros hijos cosas que nos suceden en el día a día y pedirles su opinión al respecto. Así, además del criterio fomentamos la confianza y el sentimiento de pertenencia, dos conceptos que también aborda la disciplina positiva.
Quiero hacer un apunte importante: el pensamiento crítico es también saber escuchar y saber ver cuándo estamos equivocados. Tan malo es dejarse llevar ciegamente y acomodarse en la obediencia como estar cegado en las propias ideas.
En definitiva, tomando decisiones (buenas y malas) y aprendiendo de los errores es como crecemos y como nos vamos convirtiendo en quienes realmente somos. Los padres tenemos que estar dispuestos a escuchar qué tienen que decir, qué necesitan y qué piensan nuestros hijos, aunque seamos los adultos los que acabemos decidiendo qué hacemos y cómo lo hacemos por cuestiones prácticas o mayor conocimiento.
Me permito cerrar esta reflexión con una cita de “Crecer Juntos” (link a compra) y que creo que resume el propósito de esta actitud vital:
«Cada uno de nosotros tiene una escala de valores y una forma distinta de enfrentarse a la vida. No hay un solo camino correcto. Lo interesante es encontrar nuestras respuestas».
Si eres padre o madre y deseas fomentar el pensamiento crítico en tus hijos, te invito a descubrir las herramientas que ofrece la disciplina positiva y que comparto en mi libro “Crecer Juntos”.
V.