Quiero compartir contigo una reflexión que cada vez se apodera de más altavoces en nuestra sociedad y a la que encuentro muy necesario dedicar un ejercicio de introspección porque, de una forma u otra, nos afecta a todos.
La espontaneidad de las redes sociales ha traído un soplo de autenticidad y frescura a la forma en la que compartimos quiénes somos al resto del mundo y cómo nos comunicamos con cualquier otra persona que también tenga acceso a Internet y un perfil social. Esto es algo que me fascina, pero también me asusta porque siento que se ha llevado nuestra capacidad de reflexión y nos empuja a expresar nuestros pensamientos, convicciones e ideas de forma rápida y atropellada. Muchas veces sin pensar en las consecuencias, muchas veces tiñendo estos mensajes de una intención fea que poco tiene que ver con lo bonito de compartir.
Comunicando en positivo, construyes. Comunicando en negativo, destruyes; y no sólo haces daño al otro, te haces daño a ti. Entrar en modo destructivo es, de alguna forma, permitir que sentimientos negativos como la envidia, la competición insana, los celos e incluso el odio se apoderen de ti. Enfrentarse a la comunicación a través de redes sociales necesita de un ejercicio de respeto, empatía y compasión. Si como primer paso diriges hacia ti mismo esta compasión, no querrás lanzar mensajes negativos; si no te sientes agredido, no pelearás, no reaccionarás a la defensiva.
Tu decides cómo comunicarte. Aunque no es excusa, a todos nos puede pasar que no estemos en nuestro mejor día y caigamos en dinámicas de comunicación negativas con los demás, y por supuesto no me refiero sólo en las redes. Por eso creo que debemos empezar por encontrar un estado de paz con nosotros mismos y alejarnos de un estado emocional negativo, porque comunicar en positivo es mucho más saludable para todos.
Por todo esto, comparto esta reflexión con la que os invito a estar alerta a la forma en la que nos comunicamos y me uno a la iniciativa #YoMeSumo que alza la voz contra el odio y el racismo en Internet. Tomémonos un poco de tiempo antes de actuar, hagamos un ejercicio de prudencia, de reflexión y sobre todo, de respeto. No aceptemos esta forma de comunicar que se está normalizando entre las nuevas generaciones y unámonos para alejarnos de mensajes destructivos, porque no nos hace bien. Como dice mi chico, “todo lo que no suma, resta” y “compartir es vivir».
#YoMeSumo
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